A unos cinco minutos en auto de la casa de ustedes (así se dice en México al referirse a la casa propia) está el Bosque de Tláhuac. Ayer me di una vuelta en el momento perfecto: entre las once y las catorce horas. Después de una mañana gélida –a la que estamos los chilangos desacostumbrados-, pude ir a un safari botánico con los pequeños. La idea sonaba aburrida, pero pronto tornóse divertida, al encontrar las instalaciones casi vacías y con un mínimo de gente recorriendo el bosque.
Tuvimos oportunidad de caminar alrededor de dos horas buscando plantas, hojas y raíces de distintas formas. En realidad gocé mucho el paseo. No había prisa; el clima era agradable y estaba yo bien acompañado.
El motivo de la reflexión que les quiero compartir es el siguiente: Se encuentran tan cerca de nosotros satisfactores tan simples de acceder y tan completos en lo que nos brindan como los que les acabo de describir.
Ya Jodorowsky en su “Cabaret místico” cuenta el siguiente cuento:
A un buscador de la verdad le cuentan que existen flores que brillan tanto como el sol. Comienza infructuosamente a buscarlas. Se le convierten en una obsesión. Durante años recorre el planeta rastreando esas luminosas flores sin encontrar ninguna. Decepcionado, convencido de que no existen, se sienta al borde de un camino con la decisión de ayunar hasta morir de hambre. Al cabo de unos días ve pasar a un viejo campesino llevando en sus brazos un enorme ramo de flores que brillan tanto como el sol. Asombrado, le pregunta:
-Dígame, buen hombre, ¿Cómo puede usted encontrar tantas de estas flores cuando yo, a pesar de haber recorrido el mundo entero, nunca las vi?
-Muy fácil –responde el viejo-: por la mañana, apenas me despierto, miro fijamente al sol. Luego, veo estas flores por todas partes.
Sé que no es fácil la tarea. Viene inmediato a mi mente el trabajo que ocupa mis entresemanas, en donde el difícil ambiente laboral opaca el sol continuamente, pero hay elementos suficientes para verlo a través de las nubes de polvo y niebla densa, gris y oscura.
Aprovecho para comentar mi intento de ingreso a la prestigiosa revista electrónica “Ampolla Cerebral”. A ver qué tal me va. Léanme allí próximamente.
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