La lección de Salomón
Ahora entiendo porqué
algunas culturas antiguas consideraban a los gatos como pequeñas deidades,
atibuyéndoles injerencia en el hogar y la familia, la felicidad y la armonía.
En realidad, son pequeños
amigos que ocasionalmente no valoramos en su totalidad, en su enseñanza de
vida, sino tristemente, hasta que se van.
Hace unas semanas, mi hijo
Samuel se apiadó de un pequeño gato abandonado que se encontraba en condiciones
muy lastimeras: desnutrido, deshidratado y muy delgado llegó a casa donde fue
bienvenido inmediatamente. Con el paso de los días nos dimos cuenta que algo
andaba mal, no comía adecuadamente ni tenía energía. Lo llevamos al veterinario
y el diagnóstico fue fatal. Ayer se fue el pequeño amigo que ya era parte de la
familia.
Sin embargo, quiero
compartir la lección que nos dejó. Tanto me impresionó su partida por lo
sincero de su permanencia y lo entregado en su partida. Jamás dejó de amar y de
agradecer cada gota de suero o de comida que podíamos verter en su cuerpo
desmadejado.
Gracias por la lección de
amor desinteresado, pequeño amigo que te adelantaste en el camino. Sé de sobra
que en el camino al más allá estarás tú y otros pequeños con los que he
compartido y a los cuales, junto contigo, Salomón, hago un homenaje: Bastet,
Coqui, Gremlin y Moli. ¡Hasta siempre!